En 10 años de relación pasé de ser feliz disfrutando de mi vida junto a mi familia y amigos, a la tristeza absoluta de la soledad de pareja. Dejé de vivir mi vida para que mi pareja viviera la suya. Consiguió anularme como persona y que viera como normal situaciones que no eran tanto, hasta el punto de culparme de todo. Incluso después del divorcio, para que no rehiciera mi vida y continuara dependiendo emocionalmente de él.
Tuve que aprender a ser tajante y pensar sólo en mí y en mi hijo, y sobre todo en nuestra felicidad. 4 años y 7 meses de separación.
36 años.