«Estudiando en el ciclo formativo de trabajos forestales y conservación del medio natural, el profesor que impartía poda no dejaba que las cuatro chicas que tenía en su clase se subieran en los árboles a podar, ya que «podían caer y eran muy patosas para realizar esas tareas». Un día subí sin que él lo supiera y, para su asombro y el del resto de chicos, fue una de las encinas mejor podadas del curso»
20 años