En un mundo en constante movimiento, en una España de crisis y paro, el emigrar a un país extranjero es normal, sales a buscar trabajo porque tu tierra no te lo da. ¿Van a aceptarte igual si eres hombre que mujer? ¿O te mirarán diferente si eres mujer? En España, si eres mujer, eres diferente: débil, dependiente y cualquier adjetivo que pueda debilitar a la persona. Sin embargo, las mujeres somos todo lo contrario en el s. XXI. La mujer es fuerte e independiente, aunque en la mente de nuestra sociedad más bien envejecida se nos tenga apartada y dominada. En el s. XXI la mujer es independiente del hombre e incluso de los padres y de la familia, siendo además un ser social necesario para que ésta se enriquezca y desarrolle. La sociedad no se entiende sin una mujer independiente y fuerte como la mujer del s. XXI, que se desenvuelve en una cultura hispana, europea o de cualquier otro lugar del mundo. Mientras más se la arrincona, más débil es la sociedad. Una sociedad desarrollada integra a sus componentes, socializa, da vida, no la niega, no la hace diferente ni la debilita.